Líneas de investigación
Cultura de Juego
Las comunidades gamer operan como auténticos laboratorios de innovación: lejos de ser consumidoras pasivas, dominan el modding, reparan hardware, personalizan software y tejen infraestructuras alternativas allí donde los recursos escasean. Esta práctica técnica se vuelve resistencia cultural, pues integra la reparación y la transformación tecnológica en la identidad colectiva.
Un ejemplo paradigmático es SNET (Street Network), surgida en La Habana hacia 2010 cuando decenas de grupos gamer enlazaron sus LAN vecinales hasta interconectar a decenas de miles de usuarios. Con kilómetros de cable Ethernet colgando por balcones, antenas Wi-Fi caseras sobre los tejados y servidores reciclados, construyeron la mayor red comunitaria del mundo desconectada de Internet global. En ella florecen foros, servicios de mensajería, hosting de sitios web y —sobre todo— espacios de multiplayer que articulan la vida social. SNET existe gracias a un “ejército” de voluntarios que mantienen el hardware y el software, demostrando cómo la precariedad despierta el ingenio colectivo.
Al fusionar modding con reutilización de materiales y gestión comunitaria, SNET desafía los modelos centralizados de conectividad y prueba que la innovación puede ser simultáneamente sostenible, accesible y lúdica. Más allá del entretenimiento, reconfigura la relación con la tecnología y convierte la creatividad compartida en motor de democratización digital. Así, las culturas gamer periféricas no solo resuelven desafíos locales: ofrecen claves globales para imaginar futuros tecnológicos más inclusivos, horizontales y resilientes.